En el caso de las compañías que han decidido pronunciarse sobre la reciente violencia, sus declaraciones han expresado en general su apoyo a Israel, al tiempo que condenaban a Hamás, a la que muchos países han designado organización terrorista. Microsoft, JP Morgan y Citigroup son algunas de las empresas que han hecho declaraciones, cuyos mensajes expresan principalmente sus condolencias por los afectados por el conflicto.
“Desconsolado por los horribles ataques terroristas en Israel y la escalada del conflicto”, ha declarado Satya Nadella, director general de Microsoft. “Mi más sentido pésame para todos los muertos y afectados. Nuestro objetivo sigue siendo garantizar la seguridad de nuestros empleados y sus familias.”
Sin embargo, ampliar la condena del terror de Hamás a un apoyo generalizado a Israel es una propuesta arriesgada para los directores generales. Analistas de seguridad y dirigentes de organizaciones humanitarias, incluidos portavoces de la ONU, han advertido de que una ofensiva terrestre podría provocar un sufrimiento incalculable. La simpatía por la difícil situación del pueblo palestino se extiende mucho más allá de la región. Las encuestas de opinión sugieren que los empleados, clientes e inversores de muchas empresas mundiales rechazan las valoraciones en blanco y negro o los esfuerzos por equiparar a Hamás con los civiles de Gaza o Cisjordania.
Impacto económico
Las lecciones aprendidas de anteriores conflictos en Oriente Próximo son valiosas para las empresas que quieran adaptarse y afrontar eficazmente por la situación actual. Los conflictos históricos en la región han tenido importantes ramificaciones económicas globales, principalmente debido a su papel fundamental en la producción y el comercio mundial de energía.
Los conflictos pasados en Irak, Yemen y Siria interrumpieron la producción de petróleo y provocaron subidas de los precios de las materias primas. Estas fluctuaciones de precios afectaron a su vez a los costes de transporte, fabricación y energía en todo el mundo, contribuyendo a la inflación y la incertidumbre económica.
Además, Oriente Medio alberga puntos de estrangulamiento marítimos vitales, como el estrecho de Ormuz, que son fundamentales para el comercio mundial, especialmente para el transporte de petróleo y gas. Las amenazas a estas vías navegables estratégicas pueden interrumpir el comercio mundial, aumentar los costes de transporte y retrasar las cadenas de suministro.
La violencia inesperada y la amenaza de un conflicto más amplio en la región es otro recordatorio para que los líderes empresariales den prioridad a las consideraciones políticas junto con las oportunidades económicas. La naturaleza interconectada de la economía mundial exige ser muy conscientes de cómo las perturbaciones significativas en regiones como Oriente Medio pueden repercutir en todo el mundo.
En respuesta, las empresas deben mantenerse informadas sobre la evolución del conflicto de Israel y su posible impacto en sus operaciones. Esto implica seguir la evolución política, de seguridad y económica de la región. La agencia de análisis Moody’s, por ejemplo, ya ha advertido que podría rebajar la calificación crediticia de Israel, sugiriendo que el conflicto podría durar algún tiempo y agotar los recursos del país.
Además, las empresas deben llevar a cabo evaluaciones de riesgo exhaustivas, evaluando las posibles amenazas para sus empleados, activos y cadenas de suministro, teniendo en cuenta los riesgos a corto y largo plazo. Aunque muchas empresas están presentes en Oriente Medio en diversos sectores, como el petróleo y el gas, la tecnología, las finanzas y la construcción, es vital adoptar un enfoque prudente de “esperar y ver” a la hora de contemplar nuevas inversiones en la región. Esto podría implicar reorientar las inversiones hacia otras regiones o sectores menos susceptibles a la inestabilidad geopolítica.