Entrenamiento cerebral aplicado (Centro para la Salud Cerebral)
Andrew Nevin, investigador y director de The Brainomics Venture en el Center for BrainHealth de la Universidad de Texas en Dallas, define la neuroplasticidad como la capacidad del cerebro para modificarse de forma continua, en función de lo que experimenta y, sobre todo, en función de cómo lo utilizamos. Su investigación enfatiza algo decisivo: somos los arquitectos activos de nuestro cerebro.
Si no utilizas deliberadamente tus capacidades para tareas cognitivas complejas y de orden superior, tu capacidad de alto rendimiento empezará a degradarse a partir de la mediana edad. Por eso, Nevin propone tres pilares concretos de entrenamiento:
- Atención estratégica
- Razonamiento integrado
- Innovación
Un ejemplo aplicado del marco del Center for BrainHealth:
«2 + 5 + 7 = mejora de la salud cerebral»
- 2× Pensamiento expansivo: dos veces al día, dedicar 40 minutos a un reto estratégico complejo y generar múltiples vías posibles de resolución. No ejecutar: pensar.
- 5× Microdescansos: cinco pausas mentales reales al día —sin pantallas— para permitir que el cerebro recupere energía.
- 7× Reformulación deliberada: siete veces al día, replantear conscientemente un proceso, problema o hábito en busca de perspectivas alternativas.
La clave no es la fórmula, sino el principio: si entrenas tu cerebro como órgano estratégico, se convierte en órgano estratégico. Si solo lo usas para operar, se convierte en músculo operativo.
Y esto no ocurre solo desde la neurociencia. Muchas de las técnicas clásicas de coaching —como la visualización, la escritura de un diario o la respiración consciente— son, en realidad, activadores directos de neuroplasticidad.
Visualizar un golpe de golf o un penalti antes de ejecutarlo activa neuronas de forma equivalente a la acción real. Las neuronas que se activan juntas se conectan juntas: la mente anticipativa es un ejercicio de arquitectura neural, no de autoayuda.
Escribir un diario —especialmente de gratitud o reflexión intencional— afina la atención sobre patrones positivos, modifica los circuitos emocionales, reduce sesgos defensivos y abre espacio para el razonamiento estratégico. Literalmente, reconfigura el cerebro.
La respiración —por ejemplo, dos inhalaciones profundas por la nariz seguidas de una larga exhalación controlada por la boca— desactiva el circuito de hiperalerta (cortisol) y reactiva el circuito de apertura cognitiva. Sin eso, la innovación se bloquea: el modo estrés impide la creatividad.
No importa qué vía elijas —entrenamiento cognitivo estructurado, coaching estratégico, escritura, respiración— lo que sí importa es que lo conviertas en disciplina deliberada, no en táctica esporádica.